En 1985 son localizados los restos del Titanic, trasatlántico hundido en 1912 en las frías aguas del Atlántico Norte. Tres expediciones anteriores habían fracasado, pero, gracias al robot submarino ARGO, provisto de cámaras sumergibles de visión nocturna, en esta ocasión se pudo confirmar que en efecto el buque se había partido en dos y que mientras la parte de la proa se encontraba de pie, la parte de la popa estaba prácticamente desecha.
Los restos del legendario naufragio se encontraban a 900 kilómetros de Canadá, a una profundidad de 4.000 metros, en pleno Océano Atlántico, siendo localizados por el oceanógrafo norteamericano Roberto Ballard.
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